Los Miserables

Autor: Víctor Hugo

Primera Parte: Fantine

Libro Segundo

La caída

Cap IV : Pormenores de las queserías de Pontarlier.

Ahora, para dar una idea de qué ocurrió en esa mesa, no podríamos hacer nada mejor que transcribir aquí parte de una carta de la señorita Baptistine a la señora de Boischevron, que refiere con candorosa minuciosidad la conversación del presidiario y del obispo.

——

«… Aquel hombre no se fijaba en mí en absoluto. Comía con voracidad de hambriento. El caso es que, después de cenar, dijo:

»—Señor cura, bendito de Dios, todo esto no deja de ser demasiado para mí, pero debo decir que los carreteros que no quisieron dejarme cenar con ellos comen mejor que usted.

»Dicho sea entre nosotras, el comentario me escandalizó un poco.

»Mi hermano contestó:

»—Se cansan más que yo.

»—No —contestó el hombre—, tienen más dinero que usted. Usted es pobre, bien lo veo. A lo mejor ni siquiera es cura. ¿Es usted cura? Ah, desde luego, si Dios fuera justo, sí que debería ser cura.

»—Dios es más que justo —dijo mi hermano.

»Añadió, inmediatamente después:

»—Señor Jean Valjean, ¿a Pontarlier es adonde va?

»—Con itinerario forzoso.

»Creo que eso fue lo que dijo el hombre. Luego, siguió diciendo:

»—Tengo que estar ya de camino mañana al amanecer. Es duro el viaje. Las noches son frías, pero de día hace calor.

»—Va usted —añadió mi hermano— a una comarca buena. Mi familia se arruinó con la Revolución y me refugié, al principio, en Franche-Comté, donde viví cierto tiempo de la fuerza de mis brazos. Tenía buena voluntad. Encontré quehacer. Se puede elegir. Hay fábricas de papel, tenerías, destilerías, almazaras, fábricas de acero, fábricas de cobre, veinte fábricas de hierro por lo menos, cuatro de las cuales están en Lods, Châtillon, Audincourt y Beure y son muy importantes…

»Creo que no me confundo y que ésos fueron los nombres que citó mi hermano; luego se interrumpió y se dirigió a mí:

»—Mi querida hermana, ¿no tenemos parientes en esa zona?

»Contesté:

»—Teníamos, entre otros, al señor de Lucenet, que era capitán de las puertas de Pontarlier en el antiguo régimen.

»—Sí —dijo mi hermano—, pero en 1793 nadie tenía ya parientes, teníamos sólo brazos para trabajar. Trabajé. Tienen, en la zona de Pontarlier, ahí donde va usted, señor Valjean, una industria completamente patriarcal; y deliciosa, querida hermana. Son las queserías de la región, a las que llaman por allí fruteras.