Novela: Crimen y castigo

Autor: Fiódor M. Dostoievski

SEGUNDA PARTE

CAP I (B)

—¡Ha vuelto la tormenta, han vuelto el rayo y el trueno, la tromba y el huracán! —Nikodim Fomich se dirigió en tono afable y cordial a Iliá Petróvich

—. ¡Han vuelto a sacarle de sus casillas, y ha vuelto a estallar! Se le oía desde las escaleras.

—Pues ¡claro! —exclamó con indolencia aristocrática Iliá Petróvich (y ni siquiera dijo «pues», sino algo así como: «Pos ¡claro!»), mientras trasladaba unos papeles a otra mesa, contoneando vistosamente los hombros a cada paso: cada vez que daba un paso, sacudía un hombro—. Fíjese usted: este escritor, mejor dicho, este estudiante, o antiguo estudiante, no paga sus deudas, se dedica a firmar pagarés, se niega a dejar su cuarto, nos llegan denuncias contra él sin parar, y todavía se permite protestar, ¡diciendo que he fumado en una oficina pública! Actúa como un sinvergüenza, y ahí lo tiene: ¡mire qué buen aspecto!

—¡La pobreza no es un vicio, mi buen amigo, claro que no! Ya sabemos que es usted como la pólvora, y que no pasa una. Me imagino que usted —Nikodim Fomich se dirigió a Raskólnikov en tono cortés— se habrá sentido molesto por algo y no ha sabido contenerse, pero ha hecho usted mal: es el hombre más noble del mundo, se lo digo yo, pero es pura pólvora, ¡pura pólvora! ¡Se calienta, se inflama, se quema, y no hay nada que hacer! Y ¡ya está! Y ¡al final lo único que queda es un corazón de oro! En el regimiento lo llamaban el «teniente Pólvora»…