Los Miserables
Autor: Víctor Hugo
Tercera Parte: Marius
Libro octavo
El mal pobre
Cap III : Quadrifrons.
Esa noche, según se desnudaba para meterse en la cama, le tropezó la mano, en el bolsillo del frac, con el paquete que había recogido en el bulevar. Ya no se acordaba de él. Pensó que sería de utilidad abrirlo y que quizá en el paquete estaba la dirección de las jóvenes, si es que en realidad era de ellas, y, en cualquier caso, las informaciones necesarias para devolvérselo a la persona que lo hubiera perdido.
Abrió el sobre.
No lo sellaba ninguna oblea y, dentro, había cuatro cartas, también sin sellar.
Llevaban señas.
Las cuatro despedían un olor espantoso a tabaco.
La primera carta iba dirigida a la Señora marquesa de Grucheray, en la plaza de enfrente de la Cámara de Diputados, n.º…
Marius se dijo que seguramente encontraría en ella las indicaciones que andaba buscando y que, además, la carta no estaba cerrada y era verosímil que no hubiera inconveniente en leerla.
Decía lo siguiente:
«Señora marquesa:
»La virtud de la clemencia y la compasión es la que más une a la soziedad. Deje que deambule su sentimiento cristiano y échele una mirada compasiva a este desventurado español víctima de la lealtad y el apego a la causa sagrada de la lejitimidad que pagó con su sangre y consagró toda su fortuna a defender esa causa y se encuentra hoy en la mayor miseria. No duda de que su honorable persona le conzeda una ayuda para conservar una existencia penosísima para un militar educado y hombre de honor cargado de heridas. Cuenta de antemano, señora marquesa, con la humanidad que la mueve y con el interés que siente por una nación tan desdichada. Su ruego no será en bano y su agradecimiento guardará siempre la imajen de su encantador recuerdo.