LOS DESEOS RIDÍCULOS.

Cuentos de Charles Perrault

Si ménos discreta fueras,

El divertido y ligero

Cuento que contarte quiero,

De mis labios no lo oyeras.

La materia es algo rara,

Porque trata en conclusion

El cuento, de un salchichon,

Y de un salchichon de á vara,

«¿Salchichon? ¡Jesus, qué horror!»

Diria una remilgada

De esas para quien no hay nada

Como los cuentos de amor.

Pero tú, que con tal gracia

Decir sabes lo que cuentas

Y á la vista lo presentas

Con singular eficacia,

Tú, que sabes que del modo

De contar, más que del tema,

La belleza de un poema

Depende, y el arte todo,

Has de oir con tu sonrisa

Y tu bondad natural

Un cuento, en que la moral

Anda en cuerpo de camisa.

Érase un buen leñador,

De cortar leña aburrido,

Que de vivir tan molido

Iba perdiendo el humor.

«¡Cielo impío! nunca oiste

(El muy bellaco exclamaba

Cuando la murria le daba)

La voz de mi pecho triste.»

Andando en este mal juego

Un dia en el bosque el tonto,

Salió Júpiter de pronto

Con su látigo de fuego.

Al verle, dió el hombre un brinco,

Y con el pelo erizado,

De rodillas prosternado,

Clamaba con grande ahinco:

—¡Señor, gran Señor, perdon!

Aparta el rayo temido…..

Nada quiero, nada pido…..

Soy un zopenco, un bribon.

—Reponte, exclamó el Tonante:

No quiero, nó, que de injusto

Puedas tacharme: tu gusto

Verás cumplido al instante.

Desea, y los tres primeros

Deseos que más le plazcan,

No bien de tus labios nazcan,

Quiero hacerte valederos.

Mira que segun escojas

Tu suerte vas á labrar…..

¡Cuidado pues con tomar

El rábano por las hojas!

¡Agur!»Y sin decir más,

Al Olimpo en una nube

Se fué el Dios, sube que sube,

Con majestuoso compás.

El patan con alegría

La leña al hombro cargaba,

Y el haz que tanto pesaba

De pluma le parecia.

Y pensaba caminando:

«¡Eh! vamos con tiento, Blas.

¡Prudencia! Se lo dirás

A tu mujer en llegando.»

En casa gran batahola

Mueve ya, gritando: —¡Chica!

¡Manolica! ¡Manolica!

Ya semos ricos, Manola.

Pide, pide. De esta hecha…..

Pide cuanto se te alcance.»

Y á su mujer contó el lance

Desde la cruz á la fecha.

—¡Alto, Blas! seamos cuerdos,

No hagamos un mal fregado,

No digan que se han echado

Margaritas á los cerdos.

Calla, que en boca cerrada

No entran moscas. Esperemos;

Deja que lo consultemos

Primero con la almohada.»

Blas con su mujer convino,

Que habló como un Salomon,

Y en señal de aprobacion

Le dijo:—Tráeme víno.»

Al dulce amor de la lumbre,

El cuerpo al descanso dando,

Cavilando, cavilando,

Se echó al coleto una azumbre.

Y en el vaso el ojo fijo,

Y en el respaldo ambos codos

Apoyando, así con todos

Sus cinco sentidos dijo:

—En tan solemne ocasion,

Manola, bien me petara

Como cosa de una vara

De picante salchichon.»

Tal dijiste: de repente

La mujer, un grito dando,

Ve acercarse serpenteando

Un salchichon reverente.

Y conociendo aterrada

Que la vision era efeto

De aquel deseo indiscreto,

Dándose al diablo, irritada,

Con vocablos nada cultos

Y ademan descomedido,

Descargó contra el marido

Una andanada de insultos.