VERDADERA HISTORIA DE LOS SUCESOS DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA, POR EL CAPITÁN BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO, UNO DE SUS CONQUISTADORES.

CAPÍTULO XCVIII. Cómo Cortés mandó hacer dos bergantines de mucho sostén e veleros para andar en la laguna, y cómo el gran Montezuma dijo a Cortés que le diese licencia para ir a hacer oración a sus templos, y lo que Cortés le dijo, y cómo le dio licencia.

Pues como hubo llegado el aderezo necesario para hacer los bergantines, luego Cortés se lo fue a decir y a hacer saber al Montezuma, que quería hacer dos navíos chicos para se andar holgando en la laguna; que mandase a sus carpinteros que fuesen a cortar la madera, y que irían con ellos nuestros maestros de hacer navíos, que se decían Martín López y un Alonso Núñez; y como la madera de roble está obra de cuatro leguas de allí, de presto fue traída y dado el galivo della; y como había muchos carpinteros de los indios, fueron de presto hechos y calafeteados y breados, y puestas sus jarcias y velas a su tamaño y medida, y una tolda a cada uno; y salieron tan buenos y veleros como si estuvieran un mes en tomar los galivos, porque el Martín López era muy extremado maestro, y este fue el que hizo los trece bergantines para ayudar a ganar a Méjico, como adelante diré, e fue un buen soldado para la guerra.

Dejemos aparte esto, e diré cómo el Montezuma dijo a Cortés que quería salir e ir a sus templos a hacer sacrificios e cumplir sus devociones, así para lo que a sus dioses era obligado como para que lo conozcan sus capitanes e principales, especial ciertos sobrinos suyos que cada día le vienen a decir le quieren soltar y danos guerra, y que él les da por respuesta que él se huelga de estar con nosotros; porque crean que es como selo han dicho, porque así se lo mandó su dios Huichilóbos, como ya otra vez se lo ha hecho creer. Y cuanto a la licencia que le demandaba, Cortés le dijo que mirase que no hiciese cosa con que perdiese la vida, y que para ver si había algún descomedimiento, o mandaba a sus capitanes o papas que le soltasen o nos diesen guerra, que para aquel efecto enviaba capitanes e soldados para que luego le matasen a estocadas en sintiendo alguna novedad de su persona, y que vaya mucho en buen hora, y que no sacrificase ningunas personas, que era gran pecado contra nuestro Dios verdadero, que es el que le hemos predicado, y que allí estaban nuestros altares e la imagen de nuestra Señora, ante quien podría hacer oración sin ir a su templo.

Y el Montezuma dijo que no sacrificaría ánima ninguna, e fue en sus muy ricas andas acompañado de grandes caciques con gran pompa, como solía, y llevaba delante sus insignias, que era como vara o bastón, que era la señal que iba allí su persona real, como hacen a los visoreyes desta Nueva-España; e con él iban para guardalle cuatro de nuestros capitanes, que se decían Juan Velázquez de León y Pedro de Albarado e Alonso de Ávila y Francisco de Lugo, con ciento y cincuenta soldados, e tambien iban con nosotros el padre fray Bartolomé de Olmedo, de la orden de la Merced, para le retraer el sacrificio si le hiciere de hombres; e yendo como íbamos al cu de Huichilobos, ya que llegábamos cerca del maldito templo, mandó que le sacasen de las andas, e fue arrimado a hombros de sus sobrinos y de otros caciques hasta que llegó al templo. Ya he dicho otras veces que por las calles por donde iba su persona todos los principales habían de llevar los ojos puestos en el suelo y no le miraban a la cara; y llegado a las gradas del adoratorio,…