La señora Bovary de Gustave Flaubert

Segunda parte

Capítulo VI

Un atardecer en que la ventana estaba abierta y, sentada en el reborde, acababa de ver a Lestiboudois, el sacristán, recortando el boj, Emma oyó de repente sonar el Ángelus.

Comenzaba abril, cuando se abren las prímulas; un viento tibio retoza en las platabandas labradas, y los jardines, como si fueran mujeres, parecen estar engalanándose para las fiestas del verano. Por el enrejado del cenador y más allá, rodeándola, se veía el río en la pradera, donde dibujaba en la hierba sinuosidades inconcretas. El vaho de la noche pasaba entre los álamos sin hojas y difuminaba los perfiles en una tonalidad morada, más pálida y más transparente que un gas sutil enganchado en las ramas. A lo lejos, pasaban unas reses; no se oían las pisadas, sino los mugidos; y la campana, que continuaba sonando, prolongaba por los aires su queja apacible.

Con aquel tañido reiterado, el pensamiento de la joven erraba por recuerdos antiguos de la juventud y del internado. Se acordó de los candelabros grandes, de mayor altura, encima del altar; de los jarrones llenos de flores; y del sagrario de columnillas. Le habría gustado, como antes, estar aún perdida en la larga fila de velos blancos con las marcas negras a trechos de las capuchas rígidas de las monjas que agachaban la cabeza en sus reclinatorios; los domingos, en misa, cuando miraba hacia arriba veía la dulce cara de la Virgen entre los torbellinos azulados del incienso, que se elevaban. Entonces sintió un enternecimiento; se notó floja y entregada por completo, como un plumón de pajarillo girando en la tormenta; y, sin tener conciencia de ello, tomó el camino de la iglesia, dispuesta a una devoción cualquiera con tal de que le absorbiera el alma y le desapareciera la existencia entera en ella.

En la plaza se encontró con Lestiboudois, que volvía; pues, para no quitarle tiempo a la jornada de trabajo, prefería interrumpir la tarea y reanudarla luego, de forma tal que llamaba al Ángelus según le viniera bien. Por lo demás, si tocaba antes avisaba así a la chiquillería de la hora de la catequesis.