VERDADERA HISTORIA DE LOS SUCESOS DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA, POR EL CAPITÁN BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO, UNO DE SUS CONQUISTADORES.

CAPÍTULO CXXXII. Cómo los de Guacachula vinieron a demandar favor a Cortés sobre que los ejércitos mejicanos los trataban mal y los robaban, y lo que sobre ello se hizo.

Ya he dicho que Guatemuz, señor que nuevamente era alzado por rey de Méjico, enviaba grandes guarniciones a sus fronteras; en especial envió una muy poderosa y de mucha copia de guerreros a Guacachula, y otra a Ozucar, que estaba dos o tres leguas de Guacachula; porque bien temió que por allí le habíamos de correr las tierras y puebles sujetos a Méjico; y parece ser que, como envió tanta multitud de guerreros y como tenían nuevo señor, hacían muchos robos y fuerzas a los naturales de aquellos pueblos adonde estaban aposentados, y tantas, que no les podían sufrir los de aquella provincia, porque decían que les robaban las mantas y maíz y gallinas y joyas de oro, y sobre todo, las hijas y mujeres si eran hermosas, y que las forzaban delante de sus maridos y padres y parientes. Como oyeron decir que los del pueblo de Cholula estaban todos muy de paz y sosegados después que los mejicanos no estaban en él, y agora ansimesmo en lo de Tepeaca y Tecamachalco y Cochula, a esta causa vinieron cuatro principales muy secretamente de aquel pueblo, por mí otras veces nombrado, y dicen a Cortés que envíe teules y caballos a quitar aquellos robos y agravios que les hacían los mejicanos, e que todos los de aquel pueblo y otros comarcanos nos ayudarían para que matásemos a los escuadrones mejicanos; y de que Cortés lo oyó, luego propuso que fuese por capitán Cristóbal de Olí con todos los más de a caballo y ballesteros y con gran copia de tlascaltecas; porque con la ganancia que los de Tlascala habían llevado de Tepeaca, habían venido a nuestro real e villa muchos mas tlascaltecas; y nombró Cortés para ir con el Cristóbal de Olí a ciertos capitanes de los que habían venido con Narváez; por manera que llevaba en su compañía sobre trecientos soldados y todos los mejores caballos que teníamos.

E yendo que iba con todos sus compañeros camino de aquella provincia, pareció ser que en el camino dijeron ciertos indios a los de Narváez cómo estaban todos los campos y casas llenas de gente de guerra de mejicanos, mucho más que los de Obtumba, y que estaba allí con ellos el Guatemuz, señor de Méjico; y tantas cosas dicen que les dijeron, que atemorizaron a los de Narváez; y como no tenían buena voluntad de ir a entradas ni ver guerras, sino volverse a su isla de Cuba, y como habían escapado de la de Méjico y calzadas y puentes y la de Obtumba, no se querían ver en otra como lo pasado; y sobre ello dijeron los de Narváez tantas cosas al Cristóbal de Olí, que no pasase adelante, sino que se volviese, y que mirase no fuese peor esta guerra que las pasadas, donde perdiesen las vidas; y tantos inconvenientes le dijeron, y dábanle a entender que si el Cristóbal de Olí quería ir, que fuese en buen hora, que muchos dellos no querían pasar adelante; de modo que, por muy esforzado que era el capitán que llevaban, aunque les decía que no era cosa volver, sino ir adelante, que buenos caballos llevaban y mucha gente, y que si volviesen un paso atrás que los indios los ternían en poco, e que en tierra llana era, y que no quería volver, sino ir adelante; y para ello, de nuestros soldados de Cortés le ayudaban a decir que no se volviese, y que en otras entradas y guerras peligrosas se habían visto, e que, gracias a Dios, habían tenido vitoria, no aprovechó cosa ninguna con cuanto les decían; sino por vía de ruegos le trastornaron su seso, que volviesen y que desde Cholula escribiesen a Cortés sobre el caso; y así, se volvió.