VERDADERA HISTORIA DE LOS SUCESOS DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA, POR EL CAPITÁN BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO, UNO DE SUS CONQUISTADORES.

CAPÍTULO CXXII. Del concierto y orden que se dio en nuestro real para ir contra Narváez, y el razonamiento que Cortés nos hizo, y lo que respondimos.

Llegados que fuimos al riachuelo que ya he dicho, que estará obra de una legua de Cempoal, y había allí unos buenos prados, después de haber enviado nuestros corredores del campo, personas de confianza, nuestro capitán Cortés a caballo nos envió a llamar, así a capitanes como a todos los soldados, y de que nos vio juntos dijo que nos pedía por merced que callásemos; y luego comenzó un parlamento por tan lindo estilo y plática, tan bien dichas cierto otras palabras más sabrosas y llenas de ofertas, que yo aquí no sabré escribir; en que nos trajo a la memoria desde que salimos de la isla de Cuba, con todo lo acaecido por nosotros hasta aquella sazón, y nos dijo:

«Bien saben vuestras mercedes que Diego Velázquez, gobernador de Cuba, me eligió por capitán general, no porque entre vuestras mercedes no había muchos caballeros que eran merecedores dello; y saben que creístes que veníamos a poblar, y así se publicaba y pregonó; y según han visto, enviaba a rescatar; y saben lo que pasamos sobre que me quería volver a la isla de Cuba a dar cuenta a Diego Velázquez del cargo que me dio, conforme a su instrucción; pues vuestras mercedes me mandastes y requeristes que poblásemos esta tierra en nombre de su majestad, como, gracias a nuestro Señor, la tenemos poblada, y fue cosa cuerda; y demás desto, me hicistes vuestro capitán general y justicia mayor della, hasta que su majestad otra cosa sea servido mandar. Como ya he dicho, entre algunos de vuestras mercedes hubo algunas pláticas de tornar a Cuba, que no lo quiero más declarar, pues a manera de decir, ayer pasó, y fue muy santa y buena nuestra quedada, y hemos hecho a Dios y a su majestad gran servicio, que esto claro está; ya saben lo que prometimos en nuestras cartas a su majestad, después de le haber dudo cuenta y relación de todos nuestros hechos, que punto no quedó, e que aquesta tierra es de la manera que hemos visto y conocido della, que es cuatro veces mayor que Castilla, y de grandes pueblos y muy rica de oro y minas, y tiene cerca otras provincias; y cómo enviamos a suplicar a su majestad que no la diese en gobernación ni de otra cualquiera manera a persona ninguna; y porque creíamos y teníamos por cierto que el obispo de Burgos don Juan Rodríguez de Fonseca, que era en aquella sazón presidente de Indias y tenía mucho mando, que la demandaría a su majestad para el Diego Velázquez o algún pariente o amigo del Obispo, porque esta tierra es tal y tan buena para dar a un infante o gran señor, que teníamos determinado de no dalle a persona ninguna hasta que su majestad oyese a nuestros procuradores, y nosotros viésemos su real firma, e vista, que con lo que fuere servido mandar los pechos por tierra; y con las cartas ya sabían que enviamos y servimos a su majestad con todo el oro y plata, joyas e todo cuanto teníamos habido».