VERDADERA HISTORIA DE LOS SUCESOS DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA, POR EL CAPITÁN BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO, UNO DE SUS CONQUISTADORES.
CAPÍTULO CXIV. Cómo Narváez con todo su ejército se vino a un pueblo que se dice Cempoal, e lo que en el concierto se hizo, e lo que nosotros hicimos estando en la ciudad de Méjico, e como acordamos de ir sobre Narváez.
Pues como Narváez hubo preso al oidor de la audiencia real de Santo Domingo, luego se vino con todo su fardaje e pertrechos de guerra a asentar su real en un pueblo que se dice Cempoal, que en aquella sazón era muy poblado; e la primera cosa que hizo, tomó por fuerza al cacique gordo (que así le llamábamos) todas las mantas e ropa labrada e joyas de oro, e también le tomó las indias que nos habían dado los caciques de aquel pueblo, que se las dejamos en casa de sus padres e hermanos, porque eran hijas de señores, e para ir a la guerra muy delicadas. Y el cacique gordo dijo muchas veces al Narváez que no le tomase cosa ninguna de las que Cortés dejó en su poder, así el oro como mantas e indias, porque estaría muy enojado, y le vernía a matar de Méjico, así al Narváez como al mismo cacique porque se las dejaba tomar. E más, se le quejó el mismo cacique de los robos que le hacían sus soldados en aquel pueblo, e le dijo que cuando estaba allí Malinche, que así llamaban a Cortés, con sus gentes, que no les tomaban cosa ninguna, e que era muy bueno él e sus soldados los teules, porque teules nos llamaban; e como aquellas palabras le oía el Narváez, hacía burla dél, e un Salvatierra que venía por veedor, otras veces por mí nombrado, que era el que más bravezas e fieros hacía, dijo a Narváez e otros capitanes sus amigos: «¿No habéis visto qué miedo que tienen todos estos caciques desta nonada de Cortesillo?» Tengan atención los curiosos letores cuán bueno fuera no decir mal de lo bueno; porque juro amén que cuando dimos sobre el Narváez, uno de los más cobardes e para menos fue el Salvatierra, como adelante diré; e no porque no tenía buen cuerpo e membrudo, mas era mal engalibado, mas no de lengua, y decían que era natural de tierra de Burgos.
Dejemos de hablar del Salvatierra, e diré cómo el Narváez envió a requerir a nuestro capitán e a todos nosotros con unas provisiones que decían que eran traslados de los originales que traía para ser capitán por el Diego Velázquez; las cuales enviaba para que nos las notificase escribano, que se decía Alonso de Mata, el cual después, el tiempo andando, fue vecino de la Puebla, que era ballestero; e enviaba con el Mata a otras tres personas de calidad.
E dejallo he aquí, así al Narváez como a su escribano, e volveré a Cortés, que como cada día tenía cartas e avisos, así de los del real de Narváez como del capitán Gonzalo de Sandoval, que quedaba en la Villa-Rica, e le hizo saber que tenía consigo cinco soldados, personas muy principales e amigos del licenciado Lucas Vázquez de Aillón, que es el que envió preso Narváez a Castilla o a la isla de Cuba; e la causa que daban porque se vinieron del real de Narváez fue, que pues el Narváez no tuvo respeto a un oidor del Rey, que menos se lo ternía a ellos, que eran sus deudos; de los cuales soldados supo el Sandoval muy por entero todo lo que pasaba en el real de Narváez e la voluntad que tenía, porque decía que muy de hecho había de venir en nuestra busca u Méjico para nos prender.