VERDADERA HISTORIA DE LOS SUCESOS DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA, POR EL CAPITÁN BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO, UNO DE SUS CONQUISTADORES.

CAPÍTULO CVII. Cómo el gran Montezuma dijo a Cortés que le quería dar una hija de las suyas para que se casase con ella, y lo que Cortés le respondió, y todavía la tomó, y la servían y honraban como hija de tal señor.

Como otras muchas veces he dicho, siempre Cortés y todos nosotros procurábamos de agradar y servir a Montezuma y tenerle palacio; y un día le dijo el Montezuma: «Mirá, Malinche, que tanto os amo, que os quiero dar una hija mía muy hermosa para que os caséis con ella y la tengáis por vuestra legitima mujer»; y Cortés le quitó la gorra por la merced, y dijo que era gran merced la que le hacía; mas que era casado y tenía mujer, e que entre nosotros no podemos tener más de una mujer, y que él la tenía en aquel agrado que hija de tan gran señor merece, y que primero quiere se vuelva cristiana, como son otras señoras hijas de señores; y Montezuma lo hubo por bien, y siempre mostraba el gran Montezuma su acostumbrada voluntad; e de un día en otro no cesaba Montezuma sus sacrificios y de matar en ellos indios, y Cortés se lo retraía, y no aprovechaba cosa ninguna, hasta que tomó consejo con nuestros capitanes qué haríamos en aquel caso, porque no se atrevía a poner remedio en ello por no revolver la ciudad e a los papas que estaban en el Huichilobos; y el consejo que sobre ello se dio por nuestros capitanes e soldados, que hiciese que quería ir a derrocar los ídolos del alto cu de Huichilobos, y si viésemos que se ponían en defendello o que se alborotaban, que le demandase licencia para hacer un altar en una parte del gran cu, e poner un Crucifijo e una imagen de nuestra Señora.

Y como esto se acordó, fue Cortés a los palacios adonde estaba preso Montezuma, y llevó consigo siete capitanes y soldados, e dijo al Montezuma: «Señor, ya muchas veces he dicho a vuestra majestad que no sacrifiquéis más ánimas a estos vuestros dioses, que os traen engañados, y no lo quereis hacer; hágoos, Señor, saber que todos mis compañeros y estos capitanes que conmigo vienen, os vienen a pedir por merced que les deis licencia para los quitar de allí, y pondremos a nuestra Señora santa María y una cruz; y que si ahora no les dais licencia, que ellos irán a los quitar, y no querría que matasen algún papa.» Y cuando el Montezuma oyó aquellas palabras y vio ir a los capitanes algo alterados, dijo: «¡Oh Malinche, y cómo nos queréis echará perder toda esta ciudad! Porque estarán muy enojados nuestros dioses contra nosotros, y aun vuestras vidas no sé en qué pararán. Lo que os ruego, que ahora al presente os sufráis, que yo enviaré a llamar a todos los papas y veré su respuesta.» Y como aquello oyó Cortés, hizo un ademán que quería hablar muy en secreto al Montezuma solo con el fraile de la Merced, e que no estuviesen presentes nuestros capitanes que llevaba en su compañía, a los cuales mandó que le dejasen solo, y los mandó salir;..