VERDADERA HISTORIA DE LOS SUCESOS DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA, POR EL CAPITÁN BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO, UNO DE SUS CONQUISTADORES.

CAPÍTULO CV. Cómo se repartió el oro que hubimos, así de lo que dio el gran Montezuma como de lo que se recogió de los pueblos, y de lo que sobre ello acaeció a un soldado.

Lo primero se sacó el real quinto, y luego Cortés dijo que le sacasen a él otro quinto como a su majestad, pues se lo prometimos en el arenal cuando le alzamos por capitán general y justicia mayor, como ya lo he dicho en el capítulo que dello habla. Luego tras esto dijo que había hecho cierta costa en la isla de Cuba que gastó en el armada, que lo sacasen de montón; y demás desto, que se apartase del mismo monte la costa que había hecho Diego Velázquez en los navíos que dimos al través con ellos, pues todos fuimos en ellos; y tras esto, para los procuradores que fueron a Castilla. Y demás desto, para los que quedaron en la Villa-Rica, que eran setenta vecinos, y para el caballo que se le murió y para la yegua de Juan Sedeño, que mataron en lo de Tlascala de una cuchillada; pues para el padre de la Merced y el clérigo Juan Díaz y los capitanes y los que traían caballos, dobles partes, escopeteros y ballesteros por el consiguiente, e otras sacaliñas; de manera que quedaba muy poco de parte, y por ser tan poco muchos soldados hubo que no lo quisieron recebir; y con todo se quedaba Cortés, pues en aquel tiempo no podíamos hacer otra cosa sino callar, porque demandar justicia sobre ello era por demás; e otros soldados hubo que tomaron sus partes a cien pesos, y daban voces por lo demás; y Cortés secretamente daba a unos y a otros por vía que les hacía merced por contentallos, y con buenas palabras que les decía sufrían. Pues vamos a las partes que daban a los de la Villa-Rica, que se lo mandó llevar a Tlascala para que allí se lo guardase; y como ello fue mal repartido, en tal paró todo, como adelante diré en su tiempo.

En aquella sazón muchos de nuestros capitanes mandaron hacer cadenas de oro muy grandes a los plateros del gran Montezuma, que ya he dicho que tenía un gran pueblo dellos, media legua de Méjico, que se dice Escapuzalco; y asimismo Cortés mandó hacer muchas joyas y gran servicio de vajilla, y algunos de nuestros soldados que habían henchido las manos; por manera que ya andaban públicamente muchos tejuelos de oro marcado y por marcar, y joyas de muchas diversidades de hechuras, e el juego largo, con unos naipes que hacían de cuero de atambores, tan buenos e tan bien pintados como los de España; los cuales naipes hacía un Pedro Valenciano, y desta manera estábamos.