VERDADERA HISTORIA DE LOS SUCESOS DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA, POR EL CAPITÁN BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO, UNO DE SUS CONQUISTADORES.

CAPÍTULO CXXX. Cómo fuimos a la provincia de Tepeaca, y lo que en ella hicimos; y otras cosas que pasaron.

Como Cortés había pedido a los caciques de Tlascala, ya otras veces por mí nombrados, cinco mil hombres de guerra para ir o correr y castigar los pueblos adonde habían muerto españoles, que era a Tepeaca y Cachufo y Tecamachalco, que estaría de Tlascala seis o siete leguas, de muy entera voluntad tenían aparejados hasta cuatro mil indios; porque, si mucha voluntad teníamos nosotros de ir a aquellos pueblos, mucha más gana tenían el Masse-Escaci y Xicotenga el viejo, porque les habían venido a robar unas estancias y tenían voluntad de enviar gente de guerra sobre ellos, y la causa fue esta: porque, como los mejicanos nos echaron de Méjico, según y de la manera que dicho tengo en los capítulos pasados que sobre ello hablan, y supieron que en Tlascala nos habíamos recogido, y tuvieron por cierto que en estando sanos que habíamos de venir con el poder de Tlascala a cortalles las tierras de los pueblos que más cercanos confinan con Tlascala; a este efeto enviaron a todas las provincias adonde sentían que habíamos de ir muchos escuadrones mejicanos de guerreros que estuviesen en guarda y guarniciones, y en Tepeaca estaba la mayor guarnición dellos. Lo cual supo el Masse-Escaci y elXicotenga, y aun se temían dellos.

Pues ya que todos estábamos a punto, comenzamos a caminar, y en aquella jornada no llevamos artillería ni escopetas, porque todo quedó en las puentes; e ya que algunas escopetas escaparon, no teníamos pólvora; y fuimos con diez y siete de a caballo y seis ballestas y cuatrocientos y veinte soldados, los más de espada y rodela, y con obra de cuatro mil amigos de Tlascala y el bastimento para un día; porque las tierras adonde íbamos era muy poblado y bien abastecido de maíz y gallinas y perrillos de la tierra; y como lo teníamos de costumbre, nuestros corredores del campo adelante; y con muy buen concierto fuimos a dormir obra de tres leguas de Tepeaca. E ya tenían alzado todo el fardaje de las estancias y población por donde pasamos, porque muy bien tuvieron noticia cómo íbamos a su pueblo; e porque ninguna cosa hiciésemos sino por buena orden y justificadamente, Cortés les envió a decir con seis indios de su pueblo de Tepeaca, que habíamos tomado en aquella estancia, que para aquel efeto los prendimos, e con cuatro de sus mujeres, cómo íbamos a su pueblo a saber a inquirir quién y cuántos se hallaron en la muerte de más de diez y ocho españoles que mataron sin causa ninguna, viniendo camino para Méjico; y también veníamos a saber a que causa tenían agora nuevamente muchos escuadrones mejicanos, que con ellos habían ido a robar y saltear unas estancias de Tlascala, nuestros amigos; que les ruega que luego vengan de paz adonde estábamos para ser nuestros amigos, y que despidan de su pueblo a los mejicanos; si no, que iremos contra ellos como rebeldes y matadores y salteadores de caminos, y les castigaría a fuego y sangre y los daría por esclavos.