VERDADERA HISTORIA DE LOS SUCESOS DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA, POR EL CAPITÁN BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO, UNO DE SUS CONQUISTADORES.

CAPÍTULO CLXXXVIII. Cómo Cortés envío un navío a la Nueva España, y por capitán del a un criado suyo que se decía Martín de Orantes, y con cartas y poderes para que gobernase Francisco de las Casas y Pedro de Albarado si ahí estuviese, y si no, el Alonso de Estrada y el Albornoz.

Pues como Gonzalo de Sandoval no pudo acabar que Cortés se embarcase, sino que todavía quiso conquistar y poblar aquella tierra, que en aquella sazón era bien poblada y había fama de minas de oro, fue acordado por Cortés e Sandoval que luego sin más dilación enviase un navío a Méjico con un criado suyo que se decía Martín de Orantes, hombre diligente, que se podía fiar dél cualquier negocio de importancia, y fuese por capitán del navío, y llevó poderes para Pedro de Albarado y Francisco de las Casas, si estuviesen en Méjico, para que fuesen gobernadores de la Nueva España hasta que Cortés fuese; y si no estaban en Méjico, que gobernase el tesorero Alonso de Estrada y el contador Albornoz, según y de la manera que les había de antes dado el poder; y revocó los poderes del factor y veedor, y escribió muy amorosamente, así al tesorero como a Albornoz, puesto que supo de las cartas contrarias que hubo escrito a su majestad contra Cortés; y también escribió a todos sus amigos de los conquistadores, y mandó al Martín de Orantes que fuese a desembarcar a una bahía entre Pánuco y la Veracruz; y así se lo mandó Cortés al piloto y marineros, y aun se lo pagó muy bien, y que no echasen en tierra otra persona, salvo al Martín de Orantes, y que luego en echándolo en tierra, alzasen anclas y diesen velas y se fuesen a Pánuco.

Pues ya dado uno de los mejores navíos de los tres que allí estaban, y metido matalotaje, y después de haber oído misa, dan velas, y quiere nuestro Señor dalles tan buen tiempo, que en pocos días llegaron a la Nueva España, y vanse derechamente a la bahía cerca de Pánuco, la cual bahía sabía muy bien el Martín de Orantes; y como saltó en tierra, dando muchas gracias a Dios por ello, luego se disfrazó el Martín de Orantes porque no le conociesen, y quitó sus vestidos, y tomó otros como de labrador, porque así le fue mandado por Cortés, y aun llevó hechos los vestidos de Trujillo; y con todas sus cartas y poderes bien liados en el cuerpo, de manera que no hiciesen bulto, iba a más andar por su camino a pie, que era suelto peón, a Méjico, y cuando llegaba a los pueblos de indios donde había españoles, metíase entre los indios por no tener pláticas, no le conociesen los españoles; e ya que no podía menos de tratar con españoles, no le podían conocer, porque ya había dos años y tres meses que salimos de Méjico y le habían crecido las barbas, y cuando le preguntaban algunos cómo se llamaba, adónde iba o venía, que acaso no podía menos de respondelles, decía que se decía Juan de Flechilla e que era labrador.