VERDADERA HISTORIA DE LOS SUCESOS DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA, POR EL CAPITÁN BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO, UNO DE SUS CONQUISTADORES.
CAPÍTULO CLVI. Cómo se prendió Guatemuz.
Pues como Cortés vido que el trabuco no aprovechó cosa ninguna, antes hubo enojo con el soldado que le aconsejó que lo hiciese, y viendo que no quería paces algunas Guatemuz y sus capitanes, mandó a Gonzalo de Sandoval que entrase con los bergantines en el sitio y rincón de la ciudad adonde estaban retraídos el Guatemuz con toda la flor de sus capitanes y personas más nobles que en Méjico había, y le mandó que no matase ni hiriese a ningunos indios, salvo si no le diesen guerra, e que aunque se la diesen, que solamente se defendiese, y no les hiciesen otro mal, y que les derrocase las casas y muchas barbacanas que habían hecho en la laguna; y Cortés se subió luego en el cu mayor del Tatelulco para ver cómo entraba Sandoval con los bergantines, y les fueron acompañando Pedro de Albarado y Luis Marín, y Francisco de Lugo y otros soldados; y como el Sandoval entró con los bergantines en aquel paraje donde estaban las casas del Guatemuz, cuando se vio cercado el Guatemuz, tuvo temor no le prendiesen o le matasen, y tenía aparejadas cincuenta grandes piraguas para si se viese en aprieto salvarse en ellas y meterse en unos carrizales, e ir desde allí a tierra, y esconderse en unos pueblos de sus amigos; y asimismo tenía mandado a los principales y gente de mas cuenta que allí en aquel rincón tenía, y a sus capitanes, que hiciesen lo mismo; y como vieron que les entraban en las casas, se embarcan en las canoas, e ya tenían metida su hacienda de oro y joyas y toda su familia, y se mete en ellas, y tira la laguna adelante, acompañado de muchos capitanes y principales.
Y como en aquel instante iba la laguna llena de canoas, y Sandoval luego tuvo noticia que Guatemuz con toda la gente principal se iba huyendo, mandó a los bergantines que dejasen de derrocar casas y siguiesen el alcance de las canoas, e que mirasen que tuviesen tino e ojo a qué parte iba el Guatemuz, y que no le ofendiesen ni le hiciesen enojo ninguno, sino que buenamente procurasen dele prender; y como un Garci-Holguín, que era capitán de un bergantín, amigo de Sandoval, era muy gran velero su bergantín, y llevaba buenos remeros, le mandó que siguiese hacia la parte que le habían dicho que iba el Guatemuz y sus principales y las grandes piraguas, y le mandó que si le alcanzase, que no le hiciese mal ninguno más de prendelle, y el Sandoval siguió por otra parte con otros bergantines que le acompañaban; e quiso Dios nuestro Señor que el Garci-Holguín alcanzó a las canoas e grandes piraguas en que iba el Guatemuz, y en el arte dél y de los toldos e piragua, y aderezo dél y de la canoa, le conoció el Holguín y supo que era el grande señor de Méjico, y dijo por señas que aguardasen, y no querían, y él hizo como que les quería tirar con las escopetas y ballestas, y hubo el Guatemuz miedo de ver aquello, y dijo: «No me tiren, que yo soy el rey de Méjico y desta tierra, y lo que te ruego es, que no me llegues a mi mujer ni a mis hijos, ni a ninguna mujer ni a ninguna cosa de lo que aquí traigo, sino que me tomes a mí y me lleves a Malinche.» Y como el Holguín le oyó, se gozó en gran manera y le abrazó, y le metió en el bergantín con mucho acato, a él, a su mujer y a veinte principales que con él iban, y les hizo asentar en la popa en unos petates y mantas, y les dio de lo que traía para comer, y a las canoas en que iba su hacienda no les tocó en cosa ninguna, sino que juntamente las llevó con su bergantín.