VERDADERA HISTORIA DE LOS SUCESOS DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA, POR EL CAPITÁN BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO, UNO DE SUS CONQUISTADORES.

CAPÍTULO CXLVII. Cómo Cortés mando a todos los pueblos nuestros amigos que estaban cercanos de Tezcuco, que hiciesen almacén de saetas e casquillos de cobre, y lo que en nuestro real más pasó.

Como se hubo hecho justicia del Antonio de Villafaña, y estaban ya pacíficos los que eran juntamente con él conjurados de matar a Cortés y a Pedro de Albarado y al Sandoval y a los que fuésemos en su defensa, según más largamente lo tengo escrito en el capítulo pasado; e viendo Cortés que ya los bergantines estaban hechos, y puestas sus jarcias y velas y remos muy buenos; y más remos de los que habían menester para cada bergantín, y la zanja de agua por donde habían de salir a la laguna muy ancha e hondable, envió a decir a todos los pueblos nuestros amigos que estaban cerca de Tezcuco, que en cada pueblo hiciesen ocho mil casquillos de cobre, que fuesen según otros que les llevaron por muestra, que eran de Castilla; y asimismo les mandó que en cada pueblo labrasen y desbastasen otras ocho mil saetas de una madera muy buena, que también les llevaron muestra, y les dio de plazo ocho días para que trujesen las saetas y casquillos a nuestro real; lo cual trajeron para el tiempo que se les mandó, que fueron más de cincuenta mil casquillos y otras tantas mil saetas, y los casquillos fueron mejores que los de Castilla; y luego mandó Cortés a Pedro Barba, que en aquella sazón era capitán de ballesteros, que los repartiese, así saetas como casquillos, entro todos los ballesteros, e que les mandase que siempre desbastasen el almacén, y las emplumasen con engrudo, que pega mejor que lo de Castilla, que se hace de unas como raíces que se dice cactle; y asimismo mandó al Pedro Barba que cada ballestero tuviese dos cuerdas bien pulidas y aderezadas para sus ballestas, y otras tantas nueces, para que si se quebrase alguna cuerda o faltase la nuez, que luego se pusiese otra, e que siempre tirasen a terrero y viesen a qué pasos allegaba la fuga de sus ballestas, y para ello se les dio mucho hilo de Valencia para las cuerdas; porque en el navío que he dicho que vino pocos días había de Castilla, que era de Juan de Burgos, trujo mucho hilo y gran cantidad de pólvora y ballestas y otras muchas armas, y herraje y escopetas.